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Faro Camarinal

En el Cabo de Gracia, dentro del Parque Natural del Estrecho, y municipio de Tarifa, se encuentra este Faro, teniendo como base la que fue “Torre de Cabo de Gracia” o “Torre Vieja”, una almenara de planta circular, construida a iniciativa real por el Rey Felipe II para proteger las costas de su reino de los ataques berberiscos procedentes del norte de África. Se sitúa a una altura de 50 metros sobre el nivel del mar en los acantilados entre playa de los alemanes (junto a Zahara de los Atunes) y la playa del Cañuelo, a la que solo se puede acceder a pie. Más al sur de punta Camarinal paralela a Cabo Espartel en el Continente Africano que marcan la entrada al Estrecho de Gibraltar.

En 1990 fue restaurada la Torre y se habilitó como faro. En el año de 1997 entró funcionamiento su monitorización. Cuenta con una óptica de tambor y un sistema de iluminación eléctrica que dan una característica de dos ocultaciones de luz blanca con un alcance de trece millas náuticas. Testigo protector de la costa gaditana, el Faro Camarinal es testigo de la grandeza de la Duna de Bolonia (30 metros de altura), frente a cuya playa se encuentran las ruinas de Baelo Claudia.

Baelo Claudia, ciudad romana, concebida como municipium (municipio romano) por el emperador Claudio a finales del Siglo II a.C. dentro de la época de máximo esplendor del Sacro Imperio Romano. Ciudad marinera, el antiguo recinto abría sus murallas hacia la mar, en la que se practicaban diferentes artes de pesca entre los que destaca la almadraba.

La pesca del atún rojo salvaje constituía el principal foco de riqueza de Baelo Claudia. Numerosas factorías de salazón aún están presentes en las ruinas, testigos de la lucha entre el hombre y uno de los gigantes de nuestro mar. Además de la sabrosa carne de atún rojo, en Baelo Claudia se elaboraba la salsa Garum, preparada con las vísceras fermentadas de esta especie. El Garum era considerado un alimento afrodisiaco de la época y constituía una de las principales fuentes de riqueza de la ciudad.

Visitar este enclave es disfrutar de un claro ejemplo de lo que esta tierra representa, la unión entre un entorno natural privilegiado sin igual estrechamente ligado a la tradición marinera que desde la época del Antiguo Imperio Romano dan sentido al amor por la mar que en cada una de las poblaciones cercanas muestran sus gentes.